"La Jaula de Oro"
21.02.2015 22:37
Por: Redacción Conde Nación
“Siento como si tuviera un zoológico en mi estomago, como si un montón de animales estuvieran corriendo por mi cuerpo de la emoción de que vamos a ir al otro lado. Todo va a salir bien y vamos a llegar hasta donde queremos” es lo que piensa Juan (Brandon López) uno de los protagonistas de “La Jaula de Oro”, del cineasta mexicano Diego Quemada-Diez.
En esta ocasión te recomendamos esta película que narra la historia de Juan, Chauk y Sara, unos jóvenes guatemaltecos que van en busca del sueño americano al igual que miles de centroamericanos que se animan a transitar los más de 4000 kilómetros . “La Jaula de Oro” es la ópera prima de Diego Quemada-Díez, un español residente en México, que adquirió la doble nacionalidad, una coproducción entre México, España y Guatemala que recientemente ha tenido reconocimientos en diversos festivales como el Ariel de Oro, Una Cierta Mirada al ensamble actoral en el Festival de Cannes y la mención especial del jurado en el Festival de Cine de la Habana, entre otros.
La película narra la historia de Juan, Chauk y Sara, unos jóvenes guatemaltecos que van en busca del sueño americano. “La Jaula de Oro” es la ópera prima de Diego Quemada-Díez, un español residente en México, que adquirió la doble nacionalidad, una coproducción entre México, España y Guatemala que recientemente ha tenido reconocimientos en diversos festivales como el Ariel de Oro, Una Cierta Mirada al ensamble actoral en el Festival de Cannes y la mención especial del jurado en el Festival de Cine de la Habana, entre otros.
La obra aborda el tema de la migración a través de los ojos de Juan y Sara (que al principio de la cinta se disfraza como chico, cortándose el cabello y vendándose los pechos para evitar todos los peligros y abusos que acechan a las mujeres migrantes), que inician su odisea saliendo de Guatemala para internarse en México, donde se les une Chauk, un joven Tzotzil, en su viaje hacia el norte.
La cinta filmada a manera de documental pone la cámara sobre los personajes, las relaciones de amor y odio que se dan entre ellos, el racismo inherente ante la irrupción del otro, en este caso el indígena, la crueldad inhumana de los agentes del Estado y los grupos delictivos, así como la solidaridad desinteresada de civiles (las patronas que alimentan a los viajeros en el tren, la hospitalidad y asesoría del albergue Hermanos en el Camino de Alejandro Solalinde, entre otros). Quizá uno de los aciertos más importantes frente a otras películas como “La vida precoz y breve de Sabina Rivas” y “Heli” que aún a pesar de la crueldad, la crudeza y el dolor que viven cotidianamente los migrantes durante su travesía, la cinta se permite resquicios de esperanza, solidaridad y fraternidad entre los personajes.
La Jaula de Oro es una especie de roadmovie desgarrador donde el viaje exterior produce uno interior que va modificando a los personajes y sus relaciones entre ellos y el entorno. A pesar de la tragedia hay espacio para observar el hermoso paisaje que los acompaña. Las verdes montañas, los ríos, el cielo. El relato se va entretejiendo con escasez de diálogos, solo lo indispensable, donde la acción esta puesta en la expresividad de los rostros, dejando a espacio a interpretar lo que no se puede decir con palabras.
Más de ocho años de investigación tuvo el equipo de producción recabando testimonios en diferentes centros de detención de migrantes. Diego Quemada-Diez realiza una película muy humana que toca fibras sensibles con maestría sin recurrir a los golpes de efecto básicos. Esta es definitivamente una obra que nos invita a la reflexión acerca del tipo de mundo en el que estamos habitando, uno que excluye ciudadanos por la falta de oportunidades y que criminaliza la migración. El mismo que te vende sueños y que te los arrebata cuando tratas de cumplirlos.
La película narra la historia de Juan, Chauk y Sara, unos jóvenes guatemaltecos que van en busca del sueño americano. “La Jaula de Oro” es la ópera prima de Diego Quemada-Díez, un español residente en México, que adquirió la doble nacionalidad, una coproducción entre México, España y Guatemala que recientemente ha tenido reconocimientos en diversos festivales como el Ariel de Oro, Una Cierta Mirada al ensamble actoral en el Festival de Cannes y la mención especial del jurado en el Festival de Cine de la Habana, entre otros.
La obra aborda el tema de la migración a través de los ojos de Juan y Sara (que al principio de la cinta se disfraza como chico, cortándose el cabello y vendándose los pechos para evitar todos los peligros y abusos que acechan a las mujeres migrantes), que inician su odisea saliendo de Guatemala para internarse en México, donde se les une Chauk, un joven Tzotzil, en su viaje hacia el norte.
La cinta filmada a manera de documental pone la cámara sobre los personajes, las relaciones de amor y odio que se dan entre ellos, el racismo inherente ante la irrupción del otro, en este caso el indígena, la crueldad inhumana de los agentes del Estado y los grupos delictivos, así como la solidaridad desinteresada de civiles (las patronas que alimentan a los viajeros en el tren, la hospitalidad y asesoría del albergue Hermanos en el Camino de Alejandro Solalinde, entre otros). Quizá uno de los aciertos más importantes frente a otras películas como “La vida precoz y breve de Sabina Rivas” y “Heli” que aún a pesar de la crueldad, la crudeza y el dolor que viven cotidianamente los migrantes durante su travesía, la cinta se permite resquicios de esperanza, solidaridad y fraternidad entre los personajes.
La Jaula de Oro es una especie de roadmovie desgarrador donde el viaje exterior produce uno interior que va modificando a los personajes y sus relaciones entre ellos y el entorno. A pesar de la tragedia hay espacio para observar el hermoso paisaje que los acompaña. Las verdes montañas, los ríos, el cielo. El relato se va entretejiendo con escasez de diálogos, solo lo indispensable, donde la acción esta puesta en la expresividad de los rostros, dejando a espacio a interpretar lo que no se puede decir con palabras.
Más de ocho años de investigación tuvo el equipo de producción recabando testimonios en diferentes centros de detención de migrantes. Diego Quemada-Diez realiza una película muy humana que toca fibras sensibles con maestría sin recurrir a los golpes de efecto básicos. Esta es definitivamente una obra que nos invita a la reflexión acerca del tipo de mundo en el que estamos habitando, uno que excluye ciudadanos por la falta de oportunidades y que criminaliza la migración. El mismo que te vende sueños y que te los arrebata cuando tratas de cumplirlos.